Pecar contra el sexto en Irán por Inocencio Arias‏

Inocencio Arias sobre Irán y la justicia.

Destaco:

Sakineh Ashtiani . Viuda y acusada de haber mantenido relaciones sexuales con dos hombres casados, ha sido condenada a morir a pedradas. La imagen hiela la sangre en Occidente: que una mujer de 43 años pueda ser lapidada hasta la muerte por haberse acostado con otro adulto nos resulta incomprensible.

El abogado de Ashtiani, un letrado conocido por defender cuestiones de derechos humanos, se ha refugiado en Turquía porque la

policía iraní había acudido a su domicilio a detenerlo. Su delito parece ser que aireó el caso ante los medios de información internacionales. Al no encontrarlo en su casa, la policía detuvo a su mujer e hija que fueron llevadas a una prisión donde han permanecido tres días. Otra forma peculiar de actuar de la justicia iraní. El abogado ha obtenido asilo político en Noruega, las autoridades turcas estaban incómodas con su presencia.

...sería interesante que los políticos occidentales hagan ver a sus interlocutores en Teherán que con estos principios jurídicos no hay posible alianza de civilizaciones ni nada que se le parezca.


Pecar contra el sexto en Irán

Las leyes y autoridades iraníes no se andan con chiquitas a la hora de castigar lo que consideran aberrantes desviaciones sexuales, el adulterio y la homosexualidad. Las penas impuestas a los acusados de ellas causan sonrojo e indignación en el año 2010.

Paradigmático es el caso, que ha dado la vuelta al mundo, de Sakineh Ashtiani . Viuda y acusada de haber mantenido relaciones sexuales con dos hombres casados, ha sido condenada a morir a pedradas. La imagen hiela la sangre en Occidente: que una mujer de 43 años pueda ser lapidada hasta la muerte por haberse acostado con otro adulto nos resulta incomprensible. Ante la algarabía montada en la prensa de diversas naciones -el presidente brasileño, Lula, ha ofrecido a la mujer asilo político- las autoridades iraníes, que se han negado a dejarla salir del país, han comenzado a divagar, el caso está en apelación, podría ser enviada a la horca en vez de lapidada… y recurrido a lo que parece ahora una invención: la juzgada, dicen, también esta acusada de matar a su marido.

El tema se ha complicado estos días empañando aún más la imagen del curioso régimen iraní. El abogado de Ashtiani, un letrado conocido por defender cuestiones de derechos humanos, se ha refugiado en Turquía porque la

policía iraní había acudido a su domicilio a detenerlo. Su delito parece ser que aireó el caso ante los medios de información internacionales. Al no encontrarlo en su casa, la policía detuvo a su mujer e hija que fueron llevadas a una prisión donde han permanecido tres días. Otra forma peculiar de actuar de la justicia iraní. El abogado ha obtenido asilo político en Noruega, las autoridades turcas estaban incómodas con su presencia.

El affair Ashtiani corre paralelo con el de Ebrahim Hamidi, otro defendido por el citado letrado. Ebrahim es un joven de 18 años al que se acusa de haber cometido actos de sodomía aunque, al parecer, es heterosexual. Nuevo proceso porque la legislación local, otra perla retrógrada, prevé para aquellos hombres que han dormido juntos innecesariamente, aunque no hayan practicado ningún acto sexual, penas que van desde los 99 latigazos hasta la capital por horca o lapidación

Según el abogado y ciertos testimonios, Ebrahim se limitó hace un par de años a participar en una pelea con amigos y miembros de su familia contra miembros de otra familia. Fue acusado de sodomía, “delito” que el admitiría algo más tarde bajo tortura. El joven oscuro objeto del deseo del acusado ha confesado ahora que mintió presionado por sus padres, lo que hace trizas el alegato de la acusación, pero el juez competente, por tener “conocimiento especial” de lo ocurrido, otra figura jurídica peregrina, le puede imponer la pena máxima.

La justicia iraní se ha vuelto más severa en supuestos como los mencionados desde que el ayatollah Sadeq Larijani fue puesto al frente de ella en las secuelas de los disturbios que acontecieron con motivo de la trucada elección de hace un año.

Las autoridades iraníes blandirán un argumento caro a los regímenes dictatoriales, el de que no se van a dejar intimidar por la prensa y los alborotadores extranjeros, pero sería interesante que los políticos occidentales hagan ver a sus interlocutores en Teherán que con estos principios jurídicos no hay posible alianza de civilizaciones ni nada que se le parezca.

Los Reyes de la filantropía por Inocencio Arias‏

Inocencio Arias sobre el altruismo de particulares.

Destaco:

En las estadísticas de la ONU, al establecer los países que son más generosos en la ayuda oficial al desarrollo, los nórdicos europeos, Finlandia, Noruega... siempre aparecen en primer lugar. Son los que vienen dando más en relación a su PNB. Estados Unidos emerge normalmente en la cola. Cuantitativamente es la nación que da más, pero si medimos su riqueza está entre las últimas.

El panorama cambia radicalmente al dejar a un lado la ayuda de los gobiernos y examinar el comportamiento de los particulares. Ahí, Estados Unidos, por la idiosincrasia de sus habitantes, por la existencia de un sistema fiscal que permite deducir lo que se dedica a obras de caridad o culturales... ocupa un lugar destacadísimo. Probablemente el primero del mundo. Los estadounidenses dan privadamente al año unos 300.000 millones de dólares a obras benéficas.


Los Reyes de la filantropía

En las estadísticas de la ONU, al establecer los países que son más generosos en la ayuda oficial al desarrollo, los nórdicos europeos, Finlandia, Noruega... siempre aparecen en primer lugar. Son los que vienen dando más en relación a su PNB. Estados Unidos emerge normalmente en la cola. Cuantitativamente es la nación que da más, pero si medimos su riqueza está entre las últimas.

El panorama cambia radicalmente al dejar a un lado la ayuda de los gobiernos y examinar el comportamiento de los particulares. Ahí, Estados Unidos, por la idiosincrasia de sus habitantes, por la existencia de un sistema fiscal que permite deducir lo que se dedica a obras de caridad o culturales... ocupa un lugar destacadísimo. Probablemente el primero del mundo. Los estadounidenses dan privadamente al año unos 300.000 millones de dólares a obras benéficas.

Campeón incontestado de esta filantropía es Warren Buffett, uno de los tres o cuatro hombres más ricos del planeta. El bueno de Buffett ha prometido dar nada menos que el 99% de su fortuna a obras sociales. Tiene hijos, pero argumenta que estos están ya bien acomodados y que con el 1% que les deje tendrán bastante, que no es justo que ellos sean no millonarios sino archimillonarios cuando hay tantas necesidades en la tierra...

Buffett escribió en 1986 un artículo titulado ¿Debería dejarle todo a sus hijos? Respondía rotundamente que no y lo está cumpliendo. Ya ha donado el 20% de su fortuna, seguirá aportando cantidades anuales. Solo a la Fundación benéfica de los Gates entregó el pasado año más de 2.500 millones de euros, y en su testamento dejará las disposiciones oportunas para cumplir el objetivo del 99%.

Tan sorprendente como el gesto es que Buffett se ha unido al matrimonio de Bill y Melinda Gates, otros imponentes filántropos que dedican miles de millones a temas de salud, educativos, etc., sobre todo en el tercer mundo, para persuadir a los pudientes de Estados Unidos que hagan algo parecido. No se andan por las ramas, su blanco son los multimillonarios y el objetivo es que se comprometan entregar el 50% de su fortuna a obras benéficas.

El trío de los Gates y Buffett es activista y ya ha organizado tres cenas confidenciales, de doce o catorce personas, en las que "comen el coco" a los invitados para que imiten su ejemplo. Los invitados son pesos pesados, Bloomberg, el alcalde de Nueva York, que gastó 100 millones de dólares en su campaña electoral; Ted Turner, fundador de la CNN, que regaló 1.000 millones de dólares a la ONU; Oprah, la estrella de televisión, probablemente la mujer de más influencia y la que más gana al año en Estados Unidos, etc. Uno de los invitados ha filtrado el contenido de lo tratado en la primera cena que presidió otro conocido filántropo, David Rockefeller. Por eso las siguientes están envueltas en un mayor secretismo, aunque se conocen los nombres de algunos participantes, un industrial que ha regalado la friolera de 800 millones de dólares a los institutos y a la universidad en que estudió (gesto frecuente en Estados Unidos), etc.

Los tres samaritanos ya han conseguido un puñado de adhesiones, millonarios que han comprometido ese cincuenta por ciento. Quieren que los conversos sigan predicando la buena nueva para que ésta sea conocida por los cuatrocientos o quinientos mayores millonarios del país. Una empresa con un potencial benéfico que da vértigo.

Incidentalmente digamos que lo del donativo del 50%, que aquí pasmaría, a Belinda Gates le parece "un techo bajo". Lo que va de allí a España.

Recuerdo de infancia, de Félix Grande (1937) por Gonzalo Sánchez-Terán‏

Terán sobre el Congo.

Destaco:

En Kinshasa ceno con Théodore Ngami. Théodore es un profesor de primaria de Kikwit, alto, enjuto, dueño de unos dedos hipotenusas que revolea como quien lleva una vida precisando recoger la atención de los niños. Conversamos; él me pregunta por mis padres y yo por sus hijos: tiene siete, tres en la universidad. Su gesto de orgullo al hablarme de ellos va entreverado de niebla: 'Cada vez es más duro. El estado me paga treinta y dos mil francos congoleses al mes (unos 24 euros), con eso es imposible alimentarlos y darles estudios. Además, nos pagan cuando quieren, a menudo con trimestres de retraso'. ¿Y qué haces? 'Lo que todos, trabajo la tierra. Tengo un terreno que queda a treinta kilómetros de Kikwit. Al acabar las clases el viernes me marcho a cultivar mandioca, maíz y arroz, y el lunes temprano regreso a la ciudad derrengado. Una parte de la cosecha sirve para que coma la familia; la otra la vendo y con lo que saco me encargo de la ropa, el colegio. Los precios de todo están subiendo. De verdad, no es fácil'. Yo, como de costumbre, no sé qué decir.

El robo consentido de los hombres uniformados es un impuesto directo a los más pobres: a políticos, extranjeros y ricos con coche propio no se les molesta.

En el este las cosas son peores, mucho peores. Los Kivus permanecen infestados de armas, odios e intereses. La violencia no se extingue y nadie labora por la erradicación de las causas de la guerra: una yesca de nacionalismos, miseria y codicia local y global. Hace pocos meses Oxfam publicaba un informe sobre el uso de la violación como instrumento bélico en el este del Congo. Más de cinco mil mujeres fueron violadas allí en 2009: perdón, denunciaron haber sido violadas; el número es trágicamente mucho mayor. Los procesos por violación en el Congo son casi inexistentes. La injusticia como rutina.

Algunos combates se pierden: hace diez días la Corte Penal Internacional de la Haya ordenó que Thomas Lubanga, un líder rebelde acusado de reclutar niños soldado en el este del Congo en 2002 y 2003, fuera puesto en libertad... Todo parece indicar que por motivos de procedimiento no será condenado. Si así sucede será un triunfo del estado de derecho y una derrota de la verdad.

...el historiador Adam Hoschschild fue a Ituri, la región del Congo donde el grupo rebelde de Thomas Lubanga actuaba. Allí la Corte Penal Internacional había dispuesto que la gente, especialmente los jóvenes, pudiera seguir el juicio... Adam Hoschschild escuchó contraviene las buenas intenciones de la Corte. Tras ver el vídeo los chicos congoleses hicieron preguntas incómodas: '¿Por qué están juzgando a Lubanga cuando otros que hicieron las mismas cosas están ahora mismo en el gobierno?'... Otro joven intervino: 'Lubanga no nos reclutó forzosamente, yo me uní a su grupo de forma voluntaria, para defender a mi comunidad. No teníamos ningún lugar al que ir y Lubanga nos aceptó'..l. Otro de los presentes preguntó antes de que la reunión concluyese: '¿Y qué pasa con los que mataron a Sadam Hussein, por qué no están ellos en La Haya?'. Son preguntas legítimas. En la mano del poder el mazo de la justicia es un martillo: siempre.


Recuerdo de infancia, de Félix Grande (1937)

La poesía nos descoloniza de nuestro yo. La poesía nos destrona de nuestra esclavitud. La poesía no está de nuestra parte, está de nuestro todo.

En Kinshasa ceno con Théodore Ngami. Théodore es un profesor de primaria de Kikwit, alto, enjuto, dueño de unos dedos hipotenusas que revolea como quien lleva una vida precisando recoger la atención de los niños. Conversamos; él me pregunta por mis padres y yo por sus hijos: tiene siete, tres en la universidad. Su gesto de orgullo al hablarme de ellos va entreverado de niebla: 'Cada vez es más duro. El estado me paga treinta y dos mil francos congoleses al mes (unos 24 euros), con eso es imposible alimentarlos y darles estudios. Además, nos pagan cuando quieren, a menudo con trimestres de retraso'. ¿Y qué haces? 'Lo que todos, trabajo la tierra. Tengo un terreno que queda a treinta kilómetros de Kikwit. Al acabar las clases el viernes me marcho a cultivar mandioca, maíz y arroz, y el lunes temprano regreso a la ciudad derrengado. Una parte de la cosecha sirve para que coma la familia; la otra la vendo y con lo que saco me encargo de la ropa, el colegio. Los precios de todo están subiendo. De verdad, no es fácil'. Yo, como de costumbre, no sé qué decir.

Théodore Ngami está deshecho, ha sido un día amargo. Llegó hoy de Kikwit en autobús: la carretera no es mala y en condiciones normales los quinientos cincuenta kilómetros que la separan de Kinshasa se hacen en doce horas. Él ha tardado veintiséis. Poco después de salir el autobús tuvo la primera de un rosario de averías. Al caer la noche el autobusero anunció que se estaba quedando dormido y necesitaba echar una cabezada: nadie se opuso. Parece ser que el buen hombre llevaba una semana yendo y viniendo por la misma ruta sin apenas descansar: el autobús pertenece a una empresa privada que infringe las pocas normas de seguridad que existen en el Congo. Cuando ya creían que no habría más obstáculos en su camino un grupo de militares detuvo el vehículo a punta de metralleta. Hicieron salir al conductor y le exigieron quince mil francos (once euros) para poder continuar. En la cuneta estaban aparcados otros tres autobuses llenos de gente somnolienta y resignada: los berets rouges, boinas rojas, pasaban la mañana recolectando dinero impunemente. Théodore trató de bajar para protestar por el abuso pero uno de los soldados le disuadió encañonándolo con su fusil. El autobusero y los pasajeros intentaron resistirse, argumentar, negociar: hasta que no pagaron entre todos no pudieron seguir. Finalmente, exhaustos y humillados, entraron en Kinshasa.

Hace poco los taxistas de la capital de la República Democrática del Congo y los conductores de microbuses organizaron dos días de huelga para quejarse por el sistema de mordidas que la policía les impone. Taxis colectivos y microbuses hacinados son lo más parecido a un transporte público que existe en Kinshasa: sin ellos la gente no puede ir al trabajo. El robo consentido de los hombres uniformados es un impuesto directo a los más pobres: a políticos, extranjeros y ricos con coche propio no se les molesta. Ésta es la existencia de las personas corrientes al oeste del desaforado país del Río: un estado disfuncional y unas fuerzas de seguridad corruptas hasta la médula. La injusticia como forma de gobierno.

En el este las cosas son peores, mucho peores. Los Kivus permanecen infestados de armas, odios e intereses. La violencia no se extingue y nadie labora por la erradicación de las causas de la guerra: una yesca de nacionalismos, miseria y codicia local y global. Hace pocos meses Oxfam publicaba un informe sobre el uso de la violación como instrumento bélico en el este del Congo. Más de cinco mil mujeres fueron violadas allí en 2009: perdón, denunciaron haber sido violadas; el número es trágicamente mucho mayor. Los procesos por violación en el Congo son casi inexistentes. La injusticia como rutina.

Estados Unidos y la Unión Europea financian al gobierno, las fuerzas de seguridad y la policía del Congo. Su presidente, Joseph Kabila, es considerado un aliado del norte y la presencia de las multinacionales occidentales y chinas está creciendo: las inmensas riquezas mineras del corazón de África alimentan la máquina de consumir del mundo sin perturbaciones. La República Democrática del Congo cada vez hace menos ruido y produce más beneficios: a quién le importa el sufrimiento susurrado de millones de seres humanos, la sementera de rencores, la pobreza como centinela, la injusticia como paisaje.

El poeta Félix Grande escribió hace casi medio siglo un poema sobrecogedor que describe como ningún ensayo la historia del Congo,

RECUERDO DE INFANCIA
Hoy el periódico traía sangre igual que de costumbre
venía chorreando como la tráquea de un ternero sacrificado
he visto chotos cabras vacas durante su degüello
bajo el agujero del cuello una orza se va llenando de sangre
los animales se contraen en sacudidas cada vez más nimias
de pronto ya no respiran por la nariz ni por la boca
sino por la abertura que la navaja hizo en la tráquea
en la cual aparecen burbujas a cada nueva respiración
a menudo parece que están completamente muertos
y no obstante aún se agitan una o dos veces suavemente
ahora sus ojos ya no miran tienen como una niebla
un teloncillo de color indeterminado que recuerda al ceniza
entonces el carnicero se incorpora con las manos manchadas
y procede a desollar y trocear al animal cadáver
para después pesarlo venderlo en porciones hacer su negocio
hoy el periódico traía sangre lo mismo que otros días
acaso unos cuantos estertores más que de hábito
pero cómo saberlo hay países que no especifican
por ejemplo el departamento de estado no da la cifra de sus bajas
únicamente les agrega apellidos
bajas insignificantes bajas ligeras bajas moderadas
hoy el periódico traía sangre en volumen considerable
y mientras leo pacientemente civilizadamente el intento
de justificación de esos destrozos escrito de sutil manera
recuerdo vacas cabras chotos la gran orza en el suelo
y recuerdo imagino pienso que unos cuantos carniceros
continúan desollando troceando pesando en sus básculas
haciendo su negocio mediante esos pobres animales sacrificados.

Hay una lucha abierta entre la indignidad del mundo y su dignidad: se libra en cada esquina, en cada bolsillo, en cada voto, en los mercados, en los tribunales, en los bares, en los pasillos del edificio de Naciones Unidas y en las aulas de cualquier escuela. Cada paso es un destino, cada acto una determinación, cada opinión un veredicto. Y la Tierra, más ahora, es un barrio. Nadie vive en las afueras. Nadie vive en las afueras.

Algunos combates se pierden: hace diez días la Corte Penal Internacional de la Haya ordenó que Thomas Lubanga, un líder rebelde acusado de reclutar niños soldado en el este del Congo en 2002 y 2003, fuera puesto en libertad. El juez del caso considera que es imposible que tenga un juicio justo porque la defensa no ha tenido acceso a documentos que se supone pueden exculparlo. Además la fiscalía no quiere revelar el nombre de su principal testigo alegando que hacerlo pondría en peligro su vida: el juez por el contrario considera que su seguridad está garantizada. La acusación ha apelado la decisión del juez y por el momento Lubanga permanece encerrado. Todo parece indicar que por motivos de procedimiento no será condenado. Si así sucede será un triunfo del estado de derecho y una derrota de la verdad.

Lo más grave, como tantas veces, queda al fondo. Mientras se estaban desarrollando las sesiones del juicio, el historiador Adam Hoschschild fue a Ituri, la región del Congo donde el grupo rebelde de Thomas Lubanga actuaba. Allí la Corte Penal Internacional había dispuesto que la gente, especialmente los jóvenes, pudiera seguir el juicio. A tal fin se pasaban vídeos de lo que sucedía en la Haya seguidos de mesas redondas: la idea era usarlos como método disuasorio para que todo el mundo comprendiera que el peso de la justicia cae sobre quienes reclutan a niños soldado. Lo que Adam Hoschschild escuchó contraviene las buenas intenciones de la Corte. Tras ver el vídeo los chicos congoleses hicieron preguntas incómodas: '¿Por qué están juzgando a Lubanga cuando otros que hicieron las mismas cosas están ahora mismo en el gobierno?'. Podían haber añadido que ganando salarios pagados por la comunidad internacional. Otro joven intervino: 'Lubanga no nos reclutó forzosamente, yo me uní a su grupo de forma voluntaria, para defender a mi comunidad. No teníamos ningún lugar al que ir y Lubanga nos aceptó'. En sus años como líder rebelde Lubanga recibió de Ruanda morteros, metralletas, munición y formación, y de Uganda apoyo y asistencia: los presidentes de estos países, Paul Kagame y Yoweri Museveni, reciben ayuda y aplausos de las naciones poderosas que financian la Corte Penal Internacional. Otro de los presentes preguntó antes de que la reunión concluyese: '¿Y qué pasa con los que mataron a Sadam Hussein, por qué no están ellos en La Haya?'. Son preguntas legítimas. En la mano del poder el mazo de la justicia es un martillo: siempre.

Algunos combates se pierden, otros se ganan. La semana pasada el Presidente Obama firmó la Ley sobre Reforma Financiera. Gracias al activismo de grupos de derechos humanos la Ley incluye una provisión que obliga a las empresas estadounidenses importadoras de productos que contienen minerales que son abundantes en el Congo a presentar un informe anual especificando el origen de estos minerales y su procedimiento de adquisición: transparencia en una zona de corrupción y conflicto. Esta medida, difícil de implementar, no acabará con la violencia y su hidra de causas, pero alicortará su financiación y desincentivará a sus predadores. Mucha gente de bien, congoleses y extranjeros, han trabajado, escrito, leído y soñado para que esta página de la Ley viera la luz.

Creo sinceramente que cada persona, en cada encrucijada, decide el porvenir de la humanidad.

Si el hombre pudiera decir, de Luis Cernuda (1902-1963) por Gonzalo Sánchez-Terán‏

Terán sobre la neutralidad.

Destaco:

Leer es tomar partido: la neutralidad es la mayor mentira inventada por los acaudalados, una prestigiosa manera de respaldar al mal. La indiferencia es un crimen de lesa humanidad.

Como recuerda Tony Judt, a lo largo de la Segunda Guerra Mundial casi todos los europeos neutrales estaban íntimamente comprometidos, si bien de forma indirecta, con los esfuerzos bélicos alemanes. Durante el conflicto Alemania dependió en gran medida de la España de Franco para el suministro de manganeso. El tungsteno llegaba a Alemania desde las colonias portuguesas, a través de Lisboa. El 40% de las necesidades de mineral de hierro de Alemania durante la guerra procedía de Suecia (llegado a los puertos alemanes en barcos suecos). Y todo ello se pagaba en oro, gran parte del cual había sido robado a las víctimas de los nazis y canalizado a través de Suiza.

En 1941-1942 Suiza producía para Alemania el 60% de la industria de la munición, el 50% de la industria óptica y el 40% de la de ingeniería, por todo lo cual era remunerada en oro.

El fascismo defiende la primacía de las esencias; el humanismo defiende la primacía de las presencias, la mujer y el hombre que comparecen en el alba: ambas ideologías son antagónicas... Nos rodean el hambre, la violencia, la infelicidad, ¿en qué luchas andan ellos? Cómo no sienten vergüenza.


Si el hombre pudiera decir, de Luis Cernuda (1902-1963)

La poesía no es ni de izquierdas ni de derechas: los mancos ni saben aplaudir ni pueden arar, y son éstas únicamente las tareas. Votar y pensar se están convirtiendo en actividades incompatibles.

Son las tres de la mañana y la noche abrasa como la correa en el cuello del inocente. Las paredes de mi casa están enlucidas de libros: no protegen o tupen, sino que desbrozan, desatrincheran el espacio, te arrastran a campo abierto. Leer es tomar partido: la neutralidad es la mayor mentira inventada por los acaudalados, una prestigiosa manera de respaldar al mal. La indiferencia es un crimen de lesa humanidad. Sobrevolar los problemas del planeta es minar sus soluciones: quienes habitan en torres de marfil pagan su alquiler a los constructores de celdas. Quienes se desentienden de la realidad la sancionan. Los libérrimos patinadores por lejanas constelaciones aleteando entre músicas y lienzos son la infantería de la iniquidad. El sistema los produce porque el sistema los requiere. Quienes viven en su mundo, viven contra el mundo.

Como recuerda Tony Judt, a lo largo de la Segunda Guerra Mundial casi todos los europeos neutrales estaban íntimamente comprometidos, si bien de forma indirecta, con los esfuerzos bélicos alemanes. Durante el conflicto Alemania dependió en gran medida de la España de Franco para el suministro de manganeso. El tungsteno llegaba a Alemania desde las colonias portuguesas, a través de Lisboa. El 40% de las necesidades de mineral de hierro de Alemania durante la guerra procedía de Suecia (llegado a los puertos alemanes en barcos suecos). Y todo ello se pagaba en oro, gran parte del cual había sido robado a las víctimas de los nazis y canalizado a través de Suiza.

Los suizos actuaron más que como simples blanqueadores de dinero e intermediarios para los pagos alemanes, lo que en sí ya constituía una contribución muy importante a la guerra de Hitler. En 1941-1942 Suiza producía para Alemania el 60% de la industria de la munición, el 50% de la industria óptica y el 40% de la de ingeniería, por todo lo cual era remunerada en oro. La pequeña empresa de armamento Bührle-Oerlikon todavía seguía vendiendo ametralladoras a la Wehrmatch en abril de 1945. En total, durante la Segunda Guerra Mundial el Reichsbank alemán depositó en Suiza el equivalente en oro a 1.638 millones de francos suizos. Y fueron las autoridades suizas la que antes de estallar el conflicto exigieron que los pasaportes alemanes indicaran si sus titulares eran judíos, la mejor manera de impedir llegadas no deseadas.

Desconfía de los neutrales: hay que implicarse, hay que tomar medidas realistas. Los países cambiarán de himno cada tres años y de capital cada diez. En el futuro se estudiará la posibilidad de que la capital de un país se halle en otro continente durante un lustro: así la capital de Estados Unidos sería Bangui, la de España, Asunción, la de Camboya, Viena, etc. Todos los países de la Tierra intercambiarán sus banderas periódicamente: habrá cierto desconcierto en la inauguración de los Juegos Olímpicos pero muchos menos conflictos. Una única autoridad mundial expedirá todos los pasaportes: solo les serán denegados a los evasores fiscales. Se abrirán las fronteras de par en par, repito, se abrirán las fronteras de par en par. Los servicios públicos, salud, educación, transporte, serán globales. El saber heredado se untará equitativamente sobre el mundo: se emprenderá un Plan Marshal del conocimiento. Los hombres serán distintos por sus obras, no por sus herramientas. La riqueza de las naciones se medirá en función de su poesía per cápita: cuantía de humanidad dividida por el número de habitantes.

Hace calor. Releo la vieja edición de Siruela de la Poesía Completa de Luis Cernuda. Hace un par de años, en Spitsbergen, una isla noruega a mil kilómetros del Polo Norte, se creó un banco de semillas para garantizar la seguridad alimentaria de nuestra especie en caso de un holocausto nuclear o una catástrofe natural. Se guardaron 268.000 muestras de semillas procedentes de un centenar de países. Si se hiciera lo mismo con las almas, si se atesoraran las más altas para asegurar la pervivencia de la sensibilidad humana más allá de toda hecatombe, la de Cernuda estaría allí,

SI EL HOMBRE PUDIERA DECIR

Si el hombre pudiera decir lo que ama,
Si el hombre pudiera levantar su amor por el cielo
Como una nube en la luz;
Si como muros que se derrumban,
Para saludar la verdad erguida en medio,
Pudiera derrumbar su cuerpo, dejando sólo la verdad de su amor,
La verdad de sí mismo,
Que no se llama gloria, fortuna o ambición,
Sino amor o deseo,
Yo sería aquél que imaginaba;
Aquel que con su lengua, sus ojos y sus manos
Proclama ante los hombres la verdad ignorada,
La verdad de su amor verdadero.
Libertad no conozco sino la libertad de estar preso en alguien
Cuyo nombre no puedo oír sin escalofrío;
Alguien por quien me olvido de esta existencia mezquina,
Por quien el día y la noche son para mí lo que quiera,
Y mi cuerpo y espíritu flotan en su cuerpo y espíritu
Como leños perdidos que el mar anega o levanta
Libremente, con la libertad del amor,
La única libertad que me exalta,´
La única libertad porque muero.
Tú justificas mi existencia:
Si no te conozco, no he vivido;
Si muero sin conocerte, no muero, porque no he vivido.

Cuando regreso a España y encuentro a los mismos miserables defendiendo las mismas banderas me entran arcadas: los que en Barcelona enarbolan su estandarte sintiendo agredida la esencia de su patria son dañinos para el mundo; los que en Madrid enarbolan su estandarte sintiendo agredida la esencia de su patria son dañinos para el mundo. Cómo no les da vergüenza. El fascismo defiende la primacía de las esencias; el humanismo defiende la primacía de las presencias, la mujer y el hombre que comparecen en el alba: ambas ideologías son antagónicas. Las banderas son la ropa del pudibundo dinero. Nos rodean el hambre, la violencia, la infelicidad, ¿en qué luchas andan ellos? Cómo no sienten vergüenza.

En lugar de enarbolar la verdad: el amor, el deseo.

África del Sur, paradojas de la gran potencia africana por Inocencio Arias‏

Arias sobre África del Sur.

En cursiva lo más destacado.


África del Sur, paradojas de la gran potencia africana

La canciller alemana Angela Merkel asistió en días pasados al encuentro en que la selección de su país doblegó inapelablemente a la de Argentina. Visitó antes del encuentro al presidente sudafricano Zuma. De la reunión sólo salió la escueta noticia de que ambos países se apoyan para convertirse en miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU, algo que no habrá gustado en Egipto o Nigeria, tampoco en Argelia, aspirantes todos a ese codiciado asiento y, caso de no conseguirlo, preocupados de que otro paíss de su talla lo logre.

Que Alemania se case descaradamente con Sudáfrica muestra la importancia creciente de este país en el continente y en la escena mundial. Sudáfrica, con una extensión superior a la conjunta de Francia y España, no está excesivamente poblada, tienen unos 45 millones de habitantes, pero la preparacion de sus cuadros, especialmente los blancos, sus riquezas diversas, minerales, etc., y su posición geográfica la convierten en un actor privilegiado en el tablero mundial. Su competente organización de los Mundiales de fútbol, con algún lunar, prueba que en muchos aspectos el país no responde a los patrones africanos. Es, con todo, una nación de paradojas. La primera es que es uno de los países con mayor desigualdad económica de África. El fin del execrable apartheid ha traído el nacimiento de una clase media negra, reducida aún, pero que crece. Sin embargo, las diferencias de renta entre una parte importante de la población, que subsiste con dos dólares al día per cápita, y las clases poseedoras es abismal. Alguien ha escrito que África del Sur es una sociedad de talante fluctuante, del pesimismo dominante se pasa a una contenida euforia. El cambio de gobierno del pasado año, salida de Mbeki y entrada del controvertido y extrovertido Zuma, se produjo en un momento delicado, los problemas energéticos se unían a la violencia y a la incógnita que representaba Zuma. El apoyo que obtenía de las fuerzas de izquierda, sindicatos, partido comunista... presagiaba que el capital podría dejar el país y los inversores extranjeros se retraerían. No ha sido así y momentáneamente volvieron las caras alegres.

El nuevo presidente se esforzó en tranquilizar. El primero en calmarse fue él mismo. Los cargos que se le imputaban de haber participado pocos años antes en una vidriosa operación de tráfico de armas y de haber violado a una joven amiga de la familia fueron desestimados. (El presidente no negó haberse acostado con ella, pero afirma que ella consintió). Ello estabilizó un tanto la situación política. Más tarde, mantuvo en el gobierno, como hombre importante, en el cargo de presidente de la Comisión de Planificación a Trevor Manuel, ministro de Finanzas de Mbeki y persona apreciada por la banca internacional. Zuma ha prometido que la lucha contra la pobreza será el objetivo principal de su gobierno. Sudáfrica lo necesita desesperadamente. No parece, sin embargo, que el presidente se vaya a embarcar en políticas demagógicas o insensatas.

El principal problema del gobierno es quizás haber levantado demasidas expectativas. Ganó las elecciones con un cómodo 66% de los votos y la masa negra espera resultados que no pueden llegar de la noche a la mañana. Los ingresos de los negros se han multiplcado por tres en los últimos 13 años, pero los blancos siguen ganando entre seis y siete veces más. El 98% de la población tiene teléfono móvil, pero el acceso al agua corriente, 89%, a la electricidad, 83%, o a cuartos de aseo que funcionen con normalidad, 60%, tienen aún cotas inferiores.

Las preocupaciones recurrentes en la conversación de los sudafricanos con los que hemos venido al Mundial son tres :

a) El sida. 11% de los sudafricanos mayores de dos años tienen la enfermedad. El porcentaje es pavoroso. El tiempo perdido por el gobierno de Mebki, que durante años se empeñó en tratarlo con hierbas medicinales, ha sido precioso. Ha habido un descenso esperanzador en el el número de afectados infantiles y jóvenes, pero un aumento entre las mujeres entre 20 y 30 años. La introducción de los medicamentos adecuados y el progreso económico podrían reducir la plaga.

b) La corrupción. Generalizada en el país y en todas las escalas. El periódico Sunday Times publicaba hoy dos llamativos reportajes, el primero sobre como pueden las compañías evadir clamorosamente los impuestos y el segundo sobre la alegría con que ministerios y empresas estatales han comprado entradas para el Mundial para repartir entre empeados y amiguetes. Varias de ellas se han gastado cinco o siete millones de euros en tickets, en época de austeridad.

c) La violencia. Exagerada tal vez por la prensa internacional, el despliegue de efectivos policiacos y de cámaras de televisión en zonas conflictivas ha sido espectacular para el Mundial. Las cifras, sin embargo, antes del campeonato eran alarmantes. El World Competitivenes Survey clasifica a Sudáfrica como la peor de 133 naciones a la hora de calcular la frecuencia de la comisión de delitos y dos tercios de los sudafricanos, negros o blancos, confesaban en una reciente encuesta (The Economist) que no se sentirían seguros volviendo a su barrio solos por la noche.

Los problemas están ahí. La impresión del visitante en estas fechas, si no departiera con los sudafricanos y no leyera la prensa, es otra. Arropado en la calle por numerosos policías muy obsequiosos, una población amable, que se interesa por tu país, que se esfuerza en ayudarte en la duda y te sonríe espontáneamente en tiendas y oficinas y, por último, que está entusiasmada con la selección española y con Torres, Villa, Iniesta y Casillas, la percepción es buena.

En Estados Unidos se preguntan cuándo se perdió Turquía por Inocencio Arias‏

Arias sobre Turquía y si relación con Estados Unidos.

Destaco:

Ankara no permitió la utilización de su territorio para el apoyo logístico de las fuerzas estadounidenses cuando el conflicto de Irak. Recientemente ha montado una operación de” rescate” de Iran que no ha gustado en Washington. Ideó con Brasil un esquema para que Irán pudiera enriquecer uranio con ciertas garantías que tampoco ha entusiasmado en Occidente porque dejaba bastantes agujeros con los que Teherán podía seguir buscando la bomba. Ha votado y criticado, junto con Brasil, la decisión del Consejo de Seguridad en la que con 12 votos sobre 15 se imponían sanciones al régimen iraní (Líbano se abstuvo). Por último, los medios de información yanquis no ven claro su papel en el envío de la flotilla humanitarian a Gaza. Razonan que es raro que Ankara ignorase que los organizadores de la flotilla iban claramente a provocar a Israel, que no trataran de hacerles desistir cuando el gobierno judío ofreció que descargara las mercancías en otro puerto Estos mismo medios se rasgan las vestiduras con el tono agrio y reiteradamente virulento con que el popular primer ministro turco Erdogan viene tratando a Israel y a su gobierno.


En Estados Unidos se preguntan cuándo se perdió Turquía

Turquía es un viejo miembro de la OTAN y hace tiempo que viene llamando a las puertas de la UniÓn Europea. Su deseo de integrarse en Europa es común a las fuerzas políticas de la nación y representa un principio fundamental de la política del partido en el poder. Aliado tradicional de los Estados Unidos, su posición geográfica, limítrofe con la temida Unión Soviética en el pasado y lindando ahora con países árabes o islámicos problemáticos, le concedían y conceden una especial importancia. De ahí que Estados Unidos haya sido con frecuencia el abogado de Ankara ante los gobiernos europeos que un día sí y otro también encuentran algún pretexto para dilatar el ingreso de Turquía en la Unión

Sin embargo, recientemente las cosas han cambiado. Las acciones del gobierno de Ankara, salido de un partido islámico moderado y modernista, empiezan a inquietar en más de una cancillería y sobre todo en Estados Unidos, cuya prensa, en la que hay una no despreciable presencia judía, empieza a cuestionarse si Turquía sigue jugando el papel de balanza entre Occidente y el mundo islámico o si se ha inclinado peligrosamente hacia sectores no modélicos de éste.

Los ejemplos que se citan en los numerosos artículos en Estados Unidos son abundantes. Ankara no permitió la utilización de su territorio para el apoyo logístico de las fuerzas estadounidenses cuando el conflicto de Irak. Recientemente ha montado una operación de” rescate” de Iran que no ha gustado en Washington. Ideó con Brasil un esquema para que Irán pudiera enriquecer uranio con ciertas garantías que tampoco ha entusiasmado en Occidente porque dejaba bastantes agujeros con los que Teherán podía seguir buscando la bomba. Ha votado y criticado, junto con Brasil, la decisión del Consejo de Seguridad en la que con 12 votos sobre 15 se imponían sanciones al régimen iraní (Líbano se abstuvo). Por último, los medios de información yanquis no ven claro su papel en el envío de la flotilla humanitarian a Gaza. Razonan que es raro que Ankara ignorase que los organizadores de la flotilla iban claramente a provocar a Israel, que no trataran de hacerles desistir cuando el gobierno judío ofreció que descargara las mercancías en otro puerto Estos mismo medios se rasgan las vestiduras con el tono agrio y reiteradamente virulento con que el popular primer ministro turco Erdogan viene tratando a Israel y a su gobierno.

Thomas Friedman, quizás el comentaristas más leído de Estados Unidos, dice que las causas del alejamiento de Turquía pueden ser tres: hartazgo con la parsimonia de Europa en abrirle las puertas, lo que ha creado una enorme frustracción; convencimiento en los dirigentes turcos de que hay un vacío de poder en el Medio Oriente (no hay ninguna potencia destacada), y que ellos pueden ocuparlo rememorando un pasado glorioso de hace siglos. Finalmente, la propia situación interna del país, la denuncia de Israel vende dentro y fuera y las crecientes corrientes islámicas, sofocadas durante décadas, aplauden esa política. Enunciadas las posibles causas, Friedman, muy citado en Estados Unidos y que pasa por un moderado, tiene calificativos muy duros hacia los dirigentes turcos, encuentra atroz la respetabilidad que otorgan a ciertas facciones palestinas y sus conclusiones sobre su condición de aliado son sombrías. La impresión del comentarista se extiende como mancha de aceite en Estados Unidos. El giro turco, por otra parte, real o aparente, no ayuda a los abogados de Ankara ante Europa.

The recovery in trade by The Economist‏

Artículo sobre la recuperación del comercio mundial. Leer también comentarios.


Defying gravity and history

Despite dire predictions of a repeat of the 1930s, trade is bouncing back

DURING the Great Depression, America’s protectionist Smoot-Hawley Act of 1930 raised tariffs on more than 900 goods. A series of retaliatory actions by other countries followed. The effect on global commerce was devastating. In the three years to June 1932, the volume of world trade shrank by over a quarter. No wonder, then, that the spectre of the worst recession since the Depression led many to fear another descent into protectionism and a similar decline in trade.

At first, the recession did hit trade hard. Global GDP fell by 0.6% in 2009 while the volume of world exports dropped by 12.2%. But whereas the Depression saw trade decline for at least four years, this time the rebound has been quick, and sharp. By May this year, emerging-economy members of the G20 were importing and exporting around 10% more than their pre-crisis peaks (see chart). Rich-world trade has recovered from the trough too, though it has not yet made up all the ground lost since the credit crunch began.

Trade has not been devastated by the raft of protectionist actions taken during the downturn. According to the World Bank, the rise in tariffs and anti-dumping duties explains less than one-fiftieth of the collapse in world trade during the recession. For the most part, the fall in trade reflected a drop in demand.



There is even some evidence that activity has rebalanced from the lopsided trade pattern that existed just before the crisis. Then, the share of emerging-world imports that came from rich countries had been on a steadily declining path. But now demand from emerging economies is helping to prop up rich-world exports to a larger degree than is commonly realised. According to IMF figures, of nine emerging markets in the G20, seven got a higher share of their imports from rich countries in 2009 than they did a year earlier. Just 59% of China’s imports came from rich countries in 2008, but this rose sharply to 66% in 2009. India obtained 42% of its imports from rich countries in 2008, but last year this rose to 47%.

That mutually beneficial pattern points to the importance of both rich and poor countries keeping their markets open, so that growth in one part of the world can help stimulate a recovery elsewhere. Yet the pressure to protect domestic industry and jobs will only grow as unemployment remains stubbornly high. At the moment, countries have plenty of room to raise tariffs without falling foul of their multilateral commitments.

Reducing this wiggle room means reviving the Doha round of trade talks, which began in 2001 and collapsed in a bout of finger-pointing in July 2008. At the most recent G20 summit in Toronto, the commitment to conclude the deal by the end of 2010 was quietly dropped from the leaders’ communiqué.

Despite this, the WTO’s chief, Pascal Lamy, remains upbeat. On July 27th he said that “after some months of impasse in the negotiations…we are beginning to see signs of a new dynamic emerging.” He is not alone in sensing a change for the better. Christopher Wenk of the US Chamber of Commerce, which represents American business interests, reckons that “there really has been a shift in the mood.” That partly reflects a change in America’s stance. It took Barack Obama until April this year to appoint Michael Punke as America’s ambassador to the WTO. “Until recently, it was difficult for business to say with a straight face that the administration was serious about trade,” says Mr Wenk.

Yet whatever the mood music, the gaps between what different countries expect from further negotiations seem only to have grown wider. America believes that inking a trade deal that results in little fresh liberalisation is pointless. But India’s recently-departed ambassador to the WTO, Ujal Bhatia, says that the focus should be on “capturing liberalisation that has [already] happened autonomously”, rather than striving for further opening. China’s position is pretty similar.

Without tangible benefits in terms of new market access, however, America’s administration will find it difficult to sell any deal on Doha back home, particularly given a stuttering economic recovery. It is said to be urging the likes of China and India to commit to much deeper cuts in their tariffs on manufactured-goods imports than were proposed earlier. One Indian official suggests that some flexibility might be forthcoming.

A deal could actually be made easier by bringing other industries into the talks. Mr Punke argues that “services need to be a bigger part of the discussions,” which have so far largely concentrated on agriculture and manufactures. Aaditya Mattoo, a trade economist at the World Bank, believes that offers on services could help break the deadlock in the Doha talks. For instance, India’s thriving outsourcing industry relies on access to the American market. An offer to firm up the legal status of that access might make India more willing to compromise on matters like agriculture: its intransigence on farm trade was blamed for the collapse of the talks in July 2008.

Unfortunately success also depends on an end to the impasse between America and China, whose trade relations seem stuck. Mr Punke is downbeat, saying “there are no suggestions from China for a fruitful mechanism, only the same talking-points repeated.” If the bounce back in global trade since the crunch has been surprising and encouraging, the sheer slog involved in trade negotiations is all too familiar and depressing.


Religious attendance by The Economist‏

Noticia sobre la atención a ceremonias religiosas en paises europeos.


Europe's irreligious:

In which European countries are people least likely to attend religious services?

Aug 9th 2010

THE proportion of people who regularly attend religious services has declined steadily throughout Europe in recent years. But habits vary widely across countries. According to the latest European Social Survey conducted in 2008 and 2009, over 60% of Czechs say they never attend religious services, with the exception of “special occasions” such as marriages and christenings. France, Britain and Belgium are also secular nations, with over half of respondents never going to services. The most regular attenders among the 28 countries polled are in Cyprus and Greece, where only 2.4% and 4.9% respectively say they do not go to church.

En manos de Gómez y Trinidad por Arcadi Espada‏

Espada sobre periódicos, cultura y ciencia.

Destaco:

La principal aportación del periodismo a la cultura fue incorporar la erudición al periódico. Pero los eruditos se han vuelto a casa. El sistema público de la cultura ya les permite vivir sin el periódico, es decir, sin la comunicación generalista. No necesitan el periódico para vender sus libros ni sus descubrimientos. Esto es especialmente hiriente en el campo de la ciencia, que a diferencia de las humanidades no se acercó demasiado al periodismo...

...el artículo de Judt...«Cuando las palabras pierden su integridad también lo hacen las ideas que expresan.»...este párrafo, concreto, tan triste y postrero: «En las garras de un desorden neurológico, estoy perdiendo rápidamente el control de las palabras, mientras que mi relación con el mundo se ha reducido a ellas.»


En manos de Gómez y Trinidad:

Uno de los últimos artículos de Tony Judt, en el Guardian. Esta frase en passant: «Una época en que los eruditos han perdido el interés por la comunicación.» Es exacto. Y el principal problema de la cultura. La principal aportación del periodismo a la cultura fue incorporar la erudición al periódico. Pero los eruditos se han vuelto a casa. El sistema público de la cultura ya les permite vivir sin el periódico, es decir, sin la comunicación generalista. No necesitan el periódico para vender sus libros ni sus descubrimientos. Esto es especialmente hiriente en el campo de la ciencia, que a diferencia de las humanidades no se acercó demasiado al periodismo ni siquiera en la época optimista del generalismo. Lo que, desde luego, contribuye a explicar el desequilibrio entre ciencia y letras en el discurso periodístico: los novelistas y los historiadores siempre necesitaron al periódico desde un punto de vista comercial. La renuencia del erudito es explicable, y aún más después de internet. Todas sus necesidades aparecen cubiertas. Entre ellas, la comunicación con sus pares, que es el único interés comunicativo que conservan. Pero su abandono es dejar al periódico en manos de Trinidad y Gómez. Y con el periódico, la sociedad.

Hay otro asunto, dramático, en el artículo de Judt. En un momento, y a propósito de las palabras y las ideas, se abandona al tópico. «Cuando las palabras pierden su integridad también lo hacen las ideas que expresan.» Pero la inexactitud de esta idea es el propio artículo que está escribiendo y este párrafo, concreto, tan triste y postrero:

«En las garras de un desorden neurológico, estoy perdiendo rápidamente el control de las palabras, mientras que mi relación con el mundo se ha reducido a ellas.»

El último verano por John Müller‏

Müller sobre el enfrentamiento entre los controladores aéreos y el Ministerio de Fomento.

Destaco:

Más frustrante aún para los controladores es comprobar que la batalla que se libraba en la conciencia y los corazones de los españoles ha caído del lado del ministro José Blanco y de Aena. Sus argumentos, que podían haber sido expresados con mesura e inteligencia, no han superado el contraste con la realidad y una y otra vez han dejado de manifiesto que son un cuerpo privilegiado.

En esta crisis, Fomento dio con la receta precisa: más competencia y liberalización. Y de momento ha acertado.


AJUSTE DE CUENTAS

«Somos el único colectivo capaz de derrocar a un gobierno». Recuerdo como si fuera ayer este titular de nuestro suplemento MERCADOS del 11 de enero de 2009. La frase la pronunció José María García Gil, presidente de la Unión Sindical de Controladores Aéreos (Usca), que negaba a nuestra compañera Marisa Recuero que hubieran hecho una «huelga de celo» en la Navidad de 2008 que todos los usuarios habíamos padecido.

Gil culpaba «al administrativo de recursos humanos de Aena que hizo unos turnos de trabajo… sin tener en cuenta una serie de circunstancias». No creo que sea el mismo administrativo que ha hecho los turnos de los que se quejan lastimeramente ahora.

La paradoja es que la Usca convocó ayer una huelga contra un decreto que los mismos controladores piden que se aplique de inmediato. Así, dicen, se nos concederán «al menos, seis días libres al mes». Efectivamente, seis días es el número mínimo de jornadas que debe descansar un controlador cada mes en el caso de que haga 200 horas, que es el máximo posible. Si todos los meses hicieran 200 horas, completarían su cupo anual de 1.670 horas de trabajo en poco más de 8 meses. O sea, que a ese ritmo se podrían ir de vacaciones más de tres meses cada año.

Esta incongruencia -votar una huelga contra un decreto cuya aplicación se exige «sin dilación»- es la última con la que nos ha sorprendido este gremio que, acostumbrado a imponer su voluntad con la amenaza del derrocamiento, carece de cintura negociadora.

Más frustrante aún para los controladores es comprobar que la batalla que se libraba en la conciencia y los corazones de los españoles ha caído del lado del ministro José Blanco y de Aena. Sus argumentos, que podían haber sido expresados con mesura e inteligencia, no han superado el contraste con la realidad y una y otra vez han dejado de manifiesto que son un cuerpo privilegiado.

Ahora, ejerciendo sus derechos, han aprobado ir a la huelga, pese a que sus últimas tres demandas (que se les garantice un salario medio de 200.000 euros hasta 2013, que puedan cambiar turnos y que Aena cubra su seguro médico) han sido aceptadas por la Administración. Lo han hecho porque saben que este verano es el último en el que podrán utilizar a los viajeros como rehenes de sus «huelgas de celo». Es el canto del cisne de un sindicato. El próximo año ya les será muy difícil ejercer esa presión derrocadora: si Fomento cumple con sus planes, en 2011 habrá aeropuertos donde las torres de control estarán gestionadas por operadores privados, y habrá otras que seguirán el ejemplo de La Gomera (donde había turnos claramente excesivos de cinco controladores para un número pequeño de operaciones) y que estarán automatizadas con alta tecnología.

En esta crisis, Fomento dio con la receta precisa: más competencia y liberalización. Y de momento ha acertado.

Michael Moore, sic(k)ofante por Francisco Capella, 17 de junio de 2007‏

Repaso de Capella a Michael Moore.

Es maravilloso que nos den todo gratis.

Destaco:

Se hace el tonto sorprendido cuando descubre que los pacientes no pagan sus tratamientos (incluso les reembolsan el transporte), que no hay facturas: el sistema parece gratis si no se muestran los impuestos confiscados a los ciudadanos productivos. Igual que compran productos o reciben ideas de otros países (coches, vinos), los estadounidenses deberían adoptar sus sistemas de salud: es tan inepto que no ve la diferencia entre múltiples decisiones individuales en un mercado libre y decisiones políticas desacertadas impuestas a todos.


ARTÍCULO:

Michael Moore ha perpetrado otro docudrama de propaganda política; esta vez critica el sistema sanitario estadounidense. Como es habitual en él, ofrece grandes dosis de demagogia sectaria y una casi nula inteligencia crítica, siempre pretendiendo ser objetivo e imparcial.

Busca la empatía facilona del espectador presentando abundantes anécdotas calamitosas (cánceres, accidentes, amputaciones de miembros) de clientes que se sienten maltratados o estafados por las aseguradoras privadas. Pero no muestra a ninguno (ni uno solo) de los cientos de millones de clientes satisfechos, y tampoco ofrece datos estadísticos significativos respecto a los precios y la calidad de los servicios. Le parece mal que los individuos tengan que preocuparse por contratar seguros médicos: mejor que papá estado se encargue de todo y solucione mágicamente los problemas, sin importar el coste.

Presenta a personas sin seguro médico que afirman tener miedo de que les suceda algo malo, pero no les recomienda que lo contraten, ni se ofrece a ayudarles a pagarlo si es que no pueden. Un matrimonio mayor tiene que enfrentarse a grandes pagos no cubiertos por su seguro (suelen tener límites respecto a los tratamientos, los medicamentos o los costes), por lo cual quedan arruinados y tienen que mudarse a vivir con su hija: declaran llorosos que creían que en su país no se permitiría algo así. Tal vez deberían haber pagado antes más dinero por un seguro con mejor cobertura, ahora que descubren que han tenido mala suerte protestan porque el sistema no les ayuda de forma automática: es fácil culpar a los demás en lugar de reconocer el error propio. Una viuda se queja, sin ofrecer ninguna prueba, de que su marido no fue tratado a tiempo porque era negro. Una mujer lleva a su hija a un hospital no aprobado por el seguro, y la niña fallece por el retraso: no se entera de lo que ha contratado pero exige a los demás que satisfagan sus necesidades según sus condiciones. Una paciente es expulsada de un hospital porque no puede pagar: parece espantoso, pero quien quiera practicar la caridad puede ayudar a los demás y asumir sus facturas en lugar de pretender que lo hagan otros a la fuerza.

Las aseguradoras no son hermanitas de la caridad sino empresas con accionistas que buscan ganar dinero proporcionando un servicio a consumidores potenciales en un mercado relativamente libre y competitivo. Por principios actuariales rechazan a gente con ciertas enfermedades o probabilidades de ocasionar grandes costes. Una trabajadora encargada de tramitar solicitudes llora porque sabe que algunas serán rechazadas; un médico reconoce arrepentido que negó a un paciente una operación que le habría salvado la vida porque ahorró muchísimo dinero a la compañía (y él también ganó mucho dinero haciéndolo).

Los contratos de seguros médicos pueden ser bastante complejos, y las aseguradoras buscan posibilidades de exclusión de responsabilidad para no tener que compensar los gastos que reclaman algunos clientes. Puede parecer inhumano, pero los contratos tienen cláusulas para cumplirlas, para aclarar a qué se compromete cada parte, y ambas pueden disputar su interpretación. Si un cliente no queda satisfecho puede reclamar ante los tribunales o anunciar públicamente su caso para que otras personas conozcan la reputación de la compañía. Pero los individuos a veces también hacen trampas e intentan estafar a las aseguradoras…

El sistema público de salud se presenta como de cobertura universal pero se omite que la participación en el mismo es obligatoria, coactiva, no voluntaria: medicina socialista. Para evitar el afán de lucro de una aseguradora privada sería posible organizarse como una mutua cooperativa de seguros, pero esto ni se propone como solución ni se muestra ningún ejemplo: tal vez porque las cooperativas tienden a ser menos eficientes que las empresas privadas. Resulta curioso que los funcionarios españoles, en su inmensa mayoría, eligen libremente abandonar el sistema público a favor de opciones privadas.

Que las aseguradoras privadas tengan enormes beneficios no es una inmoralidad: es una señal y un incentivo para que otras empresas se introduzcan en el sector e incrementen la competencia. Quienes creen que un sistema universal público es maravilloso pueden demostrarlo no obligando a nadie a participar en él. Pero entonces nos contarán que es por los pobres, que no pueden pagárselo, que hay que redistribuir la riqueza por criterios de solidaridad y justicia social: obligar violentamente a la gente a que ayude a los demás les parece perfectamente aceptable.

La Organización Mundial de la Salud coloca muy mal al sistema sanitario de Estados Unidos: lo que la gente seguramente no sabe es que el baremo utilizado para puntuar sólo considera la calidad de los servicios médicos en un 25%, y el resto son indicadores que favorecen automáticamente a los sistemas estatistas colectivizados (equidad, gratuidad, universalización de la cobertura).

Moore critica de forma indiferenciada a compañías de seguros, farmacéuticas y políticos: las empresas hacen generosas contribuciones para las campañas electorales de los políticos y los contratan como asesores o ejecutivos cuando abandonan la política. Pero el problema está en el poder coactivo de los políticos para regular a favor de algunas empresas, comprar sus productos (recetas gratuitas para los ancianos) y cargarlos al bolsillo de los contribuyentes. La solución es privatizar completamente el sistema de salud.

Una ciudadana estadounidense enferma de cáncer intenta engañar al sistema público canadiense haciéndose pasar por residente local (lo de la cobertura estatal universal parece que no es para todo el mundo, sólo para los locales). En Canadá el sistema es tan liberticida que está prácticamente prohibida la medicina privada y hay largas listas de espera (bastantes canadienses viajan a Estados Unidos para recibir asistencia privada). En la Unión Europea ya hay países, como España, que reciben turismo sanitario.

Moore alaba los sistemas canadiense, británico y francés, y entrevista a personas (pacientes y médicos) que comparten sus mismos prejuicios socialistas. No ofrece ninguna crítica ni analiza sus graves problemas de financiación, listas de espera o falta de profesionales cualificados. En Francia hay servicio de urgencias a domicilio: conviene recordar que cualquier sistema puede tener cierta calidad si se gasta suficiente dinero, pero enseñar sólo lo obvio y lo bonito sin indicar los costes es trampa. Europa parece maravillosa: a la gente le gusta todo lo que recibe aparentemente gratis o fuertemente subvencionado (educación, guarderías, asistentes sociales, vacaciones pagadas, permiso por boda, por mudanza). No ven las ineficiencias, el déficit presupuestario, la deuda estatal, el estancamiento económico, los desincentivos al trabajo. Vemos a un enfermo que recibe su sueldo aunque no trabaje: parece que no puede trabajar pero sí disfrutar de unas vacaciones en la playa a costa de los demás. La familia media europea es más pobre que la americana, pero Moore intenta hace creer que el francés vive mejor.

Se hace el tonto sorprendido cuando descubre que los pacientes no pagan sus tratamientos (incluso les reembolsan el transporte), que no hay facturas: el sistema parece gratis si no se muestran los impuestos confiscados a los ciudadanos productivos. Igual que compran productos o reciben ideas de otros países (coches, vinos), los estadounidenses deberían adoptar sus sistemas de salud: es tan inepto que no ve la diferencia entre múltiples decisiones individuales en un mercado libre y decisiones políticas desacertadas impuestas a todos.

Moore elogia los servicios estatizados, como la policía, los bomberos, la enseñanza y correos. Todos ellos de peor calidad que los que puede proporcionar un mercado libre competitivo; la enseñanza pública en Estados Unidos es patética, y el monopolio de correos una vergüenza ridículamente ineficiente. Es tan ignorante en asuntos económicos que sugiere que su modelo crearía empleos curando a la gente: no ve los que se destruirían en otros sectores; afirma que en la guerra no había desempleo, pero no explora las consecuencias lógicas de tan atrevida afirmación.

Moore critica el mercado y alaba la democracia, donde los pobres votan. Para él la solidaridad es comunismo puro: que te den lo que necesites y que pagues según lo que puedas. No le gustan las decisiones individuales libres y olvida mencionar cómo las mayorías imponen por la fuerza sus criterios a las minorías en desacuerdo. Siempre habla de cómo el país debe cuidar a su gente, nunca de personas libres relacionándose (o no) voluntariamente: “Nadamos juntos o nos hundimos juntos”.

En el colmo de su desfachatez Moore intenta ayudar a cinco trabajadores de la zona cero presuntamente afectados por los gases tóxicos durante las tareas de desescombro y que no están cubiertos por ningún seguro. Primero los lleva a la prisión de Guantánamo (intenta acceder de forma ridícula en barco sin seguir ningún procedimiento oficial), porque parece que los presuntos terroristas ahí presos reciben muy buen tratamiento médico (esto tiene que doler a toda la progresía que denuncia lo inhumana que es dicha cárcel). Como no le hacen caso, recurre a la aparentemente maravillosa sanidad de la dictadura castrista, que los trata maravillosamente y gratis. Moore pretende que el espectador es tan tonto que va a creer que no hay ninguna propaganda política tras estos hechos, que a todos los cubanos les tratan igual de bien (por eso mueren al intentar escapar de la isla cárcel), que no se trata de un montaje bendecido por las autoridades, que ellos simplemente pasaban por allí y no pidieron un trato especial. Se esperan avalanchas de turistas enfermos en Cuba a ver si les reciben igual de bien (e igual de gratis, que enfermos extranjeros de pago ya hay muchos en Cuba). Aleida Guevara, hija del Che Guevara, aparece entrevistada como comentarista objetiva e imparcial.

Moore es tan generoso que le manda un cheque anónimo a su principal crítico para que pueda pagar un tratamiento médico a su mujer y no tenga que cerrar el portal a través del cual lo critica; y ahora lo hace público, ¡qué bueno es y qué poco discreta su caridad!

Entrevista a Félix de Azúa‏ por La revista suizo alemana "ECOS"

Entrevista a Azúa, en la que responde a preguntas sobre el arte y la filosofía.


ENTREVISTA:

La revista suizo alemana "ECOS" (para España y Latinoamérica) me envió estas preguntas. Allá van las respuestas.

1. Como usted señaló en el congreso de Berlín, desde el Romanticismo el arte está en continua crisis: fin del arte, anti-arte, arte del fin del arte, post-arte... son algunas de las expresiones que han circulado desde entonces. No obstante, el arte parece gozar de buena salud en nuestros días: el público acude en masa a museos, galerías, teatros y auditorios, y no sé si hubo anteriormente épocas en que proliferaran tanto los artistas. ¿No se ha enterado el gran público de la crisis del arte? ¿O lo que está en crisis es precisamente ese arte demasiado crítico, demasiado "negativo" (Adorno) o demasiado "deshumanizado" (Ortega)?

Decir que el arte está en continua crisis resulta algo ambiguo, habría que decir más bien que el arte moderno y contemporáneo ES crisis, él mismo consiste en crisis, o bien trata exclusivamente sobre crisis: su asunto, su tema, su esencia, llámelo como quiera, es crisis. Para el arte actual lo crítico es como la humedad para el agua. Desde el romanticismo, cuando las artes comienzan a derivar en arte reflexivo, la evolución de la crisis llamada "arte" ha ido desnudando los ropajes antiguos del trabajo artístico en una continuada labor negativa. En la actualidad ya sólo queda el hueso. De ahí su popularidad. El arte como reflexión crítica pura de esa actividad llamada "arte" es, necesariamente, un acontecimiento democrático, para lo cual ha tenido que pasar del gabinete individual al espectáculo de masas. Que sea incomprensible no tiene importancia. También en los tiempos en que ese papel lo jugaba la religión acudían las masas a las iglesias sin necesidad de comprender el misterio de la Trinidad. Mejor dicho: acudían justamente porque no había modo de entenderlo.

2. Después de la pérdida del idealismo, ¿resurgirán las vanguardias? ¿Tiene aún algún sentido la vanguardia artística?

No lo creo. Las vanguardias son el último momento histórico del romanticismo, es decir, del arte propiamente burgués. Una vez desaparecida la burguesía no hay motivo para que las actividades artísticas insistan en la justificación vanguardista, como no sea en el currículo para la petición de subvenciones. De hecho, lo que ahora se presenta como vanguardia o experimento es precisamente lo más reaccionario: restos de burguesía en un mundo sin burgueses.

3. ¿Cómo se imagina el arte del futuro?

Es imposible imaginar tal cosa, entre otras razones porque el futuro es también una figura del arte. El futuro como tiempo verbal sólo puede entenderse metafóricamente. Vivimos poéticamente cuando decimos, por ejemplo, "El año próximo me bañaré en la piscina de Lourdes", o bien, "Nos casaremos dentro de tres meses". No hay nada más allá de lo que ahora es, excepto nuestras narraciones. En ese punto creo que lo más sensato son las tesis sobre la historia de Walter Benjamin.

4. Quien sí parece estar en crisis es la filosofía. En las últimas décadas, los filósofos dan la impresión de haberse atrincherado en las universidades. Lejos han quedado los tiempos de un Sartre o un Camus. Fuera de las aulas, ¿cuál es, si la tiene, o debería ser la función del filósofo en la actualidad?

Tampoco estoy muy de acuerdo con la formulación de la pregunta. Hay en ella varios supuestos que me parecen difíciles de sostener. Por ejemplo: lo que sí está en crisis es la universidad, hasta el punto de haber desaparecido. Los grandes campos de aparcamiento de futuros parados que llamamos "universidades" no tiene la menor relación con aquel lugar en donde se aprendía a ser humano y que inventaron los góticos. No hay filósofos en sentido serio desde hace un siglo. El mismo Heidegger abominaba de la palabra. Hay, eso sí, "profesores de filosofía", que son los encargados de ese entretenimiento en los campos de futuros parados. Yo mismo lo he ejercido durante treinta años. Lo más notorio del pensamiento actual (en Alemania, por ejemplo, Sloterdijk y Zizek, en Italia Agamben, etc,) sólo muy indirectamente puede considerarse integrado en la universidad. Subsisten unos cuantos filósofos de estilo gótico en algunos Colleges británicos. Como todo en Inglaterra, es un admirable modelo de conservacionismo sólo comparable a los jardines de Capability Brown o a los beefeaters de Buckingham Palace. Todo lo cual demuestra que los filósofos son perfectamente inútiles para la sociedad contemporánea.

La impropia propiedad intelectual por Carlos Rodríguez Braun, 4 de Mayo de 2003‏

Braun sobre la propiedad intelectual, los derechos de autor y las patentes.


Destaco:

Tanto los investigadores como los artistas podrían cobrar por su labor sin que hubiera patentes ni derechos de autor, que equivalen a una escasez creada. Lo crucial de todo esto es que los autores y los intermediarios entre ellos y los usuarios no puedan imponer fácilmente un precio alto. ¿Hay riesgo de copia? Pues claro: precisamente por eso se inventaron las ediciones en rústica; las casas editoriales lanzaban primero limitadas y caras tiradas en tela y al poco tiempo las muy económicas y masivas en paperback, con lo que desanimaban a los posible piratas, ayudaban a los consumidores, y los autores cobraban más. Lo mismo sucedería si no hubiera patentes de los medicamentos: los propios laboratorios se apresurarían a producir genéricos.

Creo que la noción de propiedad intelectual es matizable y que la intuición de Plant es válida: si la propiedad privada preserva los bienes escasos y contribuye a su mejor aprovechamiento, las patentes y los derechos de autor crean una escasez que no existiría en otro caso, y la intervención pública no procura aquí impedir que los precios suban sino que facilita ese aumento, merced a monopolios legales de los que se lucran unos "propietarios" muy peculiares.



ARTÍCULO:

Entre los medicamentos de África y el caso Napster y otros, las patentes y los derechos de autor están sobre el tapete. Aunque ambos son ampliamente defendidos, incluso por liberales, en tanto que indispensables estímulos para la innovación y el arte, cabe preguntarse: ¿es propiedad la propiedad intelectual?

Nótese que las objeciones al pago de las patentes en el Tercer Mundo se presentan como excepciones: ni siquiera los partidarios de la fabricación o compra inmediata de los genéricos en África se oponen al concepto de las patentes. En cuanto a los derechos de autor no sólo no hay fisuras sino que su respaldo es creciente frente a las nuevas "amenazas" de la Internet. Es muy interesante ver a tantos artistas de izquierdas, siempre dispuestos a atacar al capitalismo y al mercado y a recelar de la propiedad privada, que saltan como fieras para proteger unos singulares derechos de propiedad que no sólo reputan de incuestionables sino extensibles en el tiempo y el espacio, desde la creación intelectual hasta los "derechos de imagen" y otros.

La tradición liberal parece confluir con estos extraños compañeros de cama, y esgrime un argumento aparentemente sólido: si no hubiese esta suerte de incentivos se desanimaría el trabajo artístico y científico. Un liberal muy radical, Murray N. Rothbard, aplaudió los derechos de autor, pero no las patentes, con la tesis de que los primeros son atributos lógicos de la propiedad, mientras que las segundas la invaden monopolísticamente.

Todo esto es muy discutible. No es este marco legal el que garantiza la creación: la hubo sin él durante siglos. Hace setenta años Sir Arnold Plant demostró que los escritores podían ganar en el siglo XIX más dinero en Estados Unidos que en Inglaterra, y eso que en EE UU no había derechos de autor.

Escribió Ilana Mercer en el National Post que los objetos pertinentes de los derechos de propiedad son los tangibles, porque son económicamente escasos; la noción de que el mero acto de creación confiere propiedad es problemático si de lo que se trata no es de proteger el derecho sobre lo escaso sino el derecho a un valor artificialmente expandido de lo escaso, lo que sucede tanto con las patentes como con los derechos de autor.

Los derechos de propiedad son básicos para asignar recursos, pero las ideas tienen la naturaleza de bienes públicos. Yo puedo utilizar el teorema de Pitágoras o cantar el minueto de Bocherini sin impedir que nadie haga lo mismo. Este artículo es "mío", pero usted puede fotocopiarlo un millón de veces y repartirlo (¡ojalá lo haga!) sin que yo pierda nada. Dice Mercer que si usted decide hacer una película basada en este artículo, y yo pretendo impedirlo, en realidad no es usted el que violaría ningún derecho, sino yo el suyo a filmar una película.

Tanto los investigadores como los artistas podrían cobrar por su labor sin que hubiera patentes ni derechos de autor, que equivalen a una escasez creada. Lo crucial de todo esto es que los autores y los intermediarios entre ellos y los usuarios no puedan imponer fácilmente un precio alto. ¿Hay riesgo de copia? Pues claro: precisamente por eso se inventaron las ediciones en rústica; las casas editoriales lanzaban primero limitadas y caras tiradas en tela y al poco tiempo las muy económicas y masivas en paperback, con lo que desanimaban a los posible piratas, ayudaban a los consumidores, y los autores cobraban más. Lo mismo sucedería si no hubiera patentes de los medicamentos: los propios laboratorios se apresurarían a producir genéricos.

De particular a particular

Se habla mucho de piratería y de graves daños a la ciencia y la cultura, pero hay industrias, como denunció el Economist, que emplean las patentes y los copyrights como excusa para resguardar prácticas empresariales fosilizadas, y lobbies como las Sociedades de Autores más interesadas en el botín que en defender a sus asociados ante los "peligros" de un progreso técnico siempre asociado a la libertad, y que ha beneficiado a la ciencia y la cultura, si se adaptan a los cambios que toda nueva oportunidad exige. Stephen King empezó a publicar su novela The Plant en la red de a poco, y pidió a sus lectores que pagaran un dólar para bajarla. Si al menos el 75 % de los que la bajan, lo pagan, él sigue escribiendo. Lo han hecho, y él sigue. Otro tanto empieza a hacer el cantante Prince. Ellos van a tono con los tiempos y con la Red, que con los programas peer to peer -que ponen en comunicación directa dos o más ordenadores de particulares, sin intervención de terceros- vuelven inoperables muchas de las provisiones de protección del copyright.

Creo que la noción de propiedad intelectual es matizable y que la intuición de Plant es válida: si la propiedad privada preserva los bienes escasos y contribuye a su mejor aprovechamiento, las patentes y los derechos de autor crean una escasez que no existiría en otro caso, y la intervención pública no procura aquí impedir que los precios suban sino que facilita ese aumento, merced a monopolios legales de los que se lucran unos "propietarios" muy peculiares.